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El monasterio cisterciense femenino de San Andrés de Arroyo hubo de ser fundado antes de 1189, puesto que en esa fecha su abadesa, Mencía de Lara, asistió al capítulo general en Las Huelgas de Burgos. La fundación contó con el respaldo de Alfonso VIII, quien otorgó al cenobio numerosas propiedades y privilegios, consolidando su influencia en la región de la Ojeda (Palencia). Mencía de Lara, de linaje nobiliario, ejerció un papel clave en la consolidación institucional del monasterio. Este incrementó su patrimonio mediante compras, donaciones y permutas a lo largo de los siglos XIII y XIV. En el siglo XV siguió ampliando su base económica y resistiendo litigios señoriales, contando incluso con el favor de la monarquía (Hernando Garrido, 2002). A diferencia de otros monasterios, San Andrés de Arroyo ha mantenido una continuidad en la vida monástica hasta la actualidad.