Resultados de la búsqueda
X
No hay resultados :(

Consejos de búsqueda:

Descripción

En la década de los años 20 comenzaron a aparecer en las tierras cercanas a la ermita del Cristo del Corporario “restos humanos y algunos broches, hebillas […] de bronce casi todo” (Torresano, 1931). Sin embargo, el descubrimiento de la necrópolis de Castiltierra (Fresno de Cantespino, Segovia) tuvo lugar a finales de los años 20 cuando se inició la construcción de una carretera provincial que conducía a Riahuelas (Arias, Balmaseda, Díaz, et al., 2000). Pronto, algunos vecinos del pueblo comenzaron a expoliar los restos hallados en las sepulturas, dispersando las piezas. Motivado por el descubrimiento, acudió al pueblo Juan García Sánchez -pintor aficionado a las antigüedades- en el verano de 1930. Este se interesó por los objetos extraídos de la necrópolis y comenzó a comprárselos a los vecinos.

García Sánchez se entrevistó el 18 de diciembre de 1930 con el director del Museo Arqueológico Nacional y secretario de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Francisco Álvarez-Ossorio. Este pidió al pintor que continuase comprando las piezas a los vecinos y tramitaron ante Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades un permiso formal para llevar a cabo excavaciones en Castiltierra (Arias y Balmaseda, 2015). No obstante, siguieron efectuándose excavaciones furtivas en Castiltierra y la Comisión Provincial de Monumentos decidió entrevistarse con García Sánchez. Al enterarse de que todavía contaba con piezas del yacimiento, la Comisión le invitó a entregarlas. Finalmente, García Sánchez cumplió su palabra el 15 de enero de 1931, pero solicitó una indemnización en compensación (Arias y Balmaseda, 2015).

La prensa local se hizo eco del descubrimiento y se convirtió rápidamente en el punto de mira de chamarileros que buscaban hacer negocio con los objetos. Cuando el Presidente de la Diputación se enteró de que un anticuario de Madrid estaba negociando la compra de las piezas con los castilterranos solicitó al alcalde de Castiltierra que custodiase los objetos hasta que la Comisión Provincial de Monumentos resolviese el hallazgo (Arias y Balmaseda, 2015). No pudieron, sin embargo, parar el expolio, puesto que según Camps (1934) “venían surgiendo en el mercado de antigüedades de Madrid abundantes ejemplares visigodos que se daban como procedentes de Castiltierra”.

Sin duda, uno de los responsables del expolio fue el administrador de la finca, Félix Moreno, quien continuaba excavando el yacimiento ilegalmente para vender lo hallado a los chamarileros de Madrid. Por otro lado, las compras que García Sánchez hizo a los vecinos no pusieron fin a su actividad fraudulenta, sino que, movidos por el dinero, se incrementaron: “Suspendidos a causa del temporal los trabajos de excavación que los vecinos de Castiltierra vienen haciendo en el Cerro Moro, abonanzando algo el tiempo, han vuelto a reanudarlos con más interés, si cabe, que antes, acuciados por la esperanza de encontrar ‘El Tesoro’ y animados por las palabras de quienes al mostrarles les hicieron creer en su valor exagerado” (Rodao, 1931).

Ante la imposibilidad de asumir por sí sola una excavación de la envergadura que sugerían los hallazgos de Castiltierra -tanto por la calidad como por la cantidad de piezas descubiertas-, la Comisión Provincial de Monumentos de Segovia comunicó a la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, en una carta fechada el 30 de diciembre de 1931, que carecía de fondos y de personal cualificado para llevarla a cabo. En dicha misiva solicitaba que fuera la propia Junta, con apoyo económico del Estado, quien se encargara de la intervención. El tema no se abordó de inmediato y fue pospuesto tras una primera revisión cuatro meses más tarde. Finalmente, en la sesión del 10 de mayo de 1932, según se recoge en el acta correspondiente, la petición fue aprobada. Se nombró entonces como responsables de la excavación a E. Camps y J. M.ª de Navascués, quienes contarían con la asistencia de Juan García Sánchez durante el desarrollo de los trabajos (Arias y Balmaseda, 2015). Tras la Guerra Civil, Julio Martínez Santa-Olalla continuó los trabajos de excavación. Este quería que intervinieran conjuntamente la Falange y la institución nazi Das Ahnenerbe (Gracia, 2009). La importancia del hallazgo fue tal que Heinrich Himmler, oficial nazi, llegó a planear una visita. Sin embargo, esta nunca se llevó a cabo debido a las malas condiciones meteorológicas.

Todo ello tuvo como consecuencia el expolio continuado de la necrópolis de Castiltierra durante años. En la actualidad las piezas del yacimiento se encuentran dispersas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Instituto Valencia de Don Juan de Madrid, el Museo Arqueológico de Granada y el Museo de Arqueología de Cataluña. Hubo muchos objetos que salieron del país y que formaron parte de colecciones privadas. Algunos de ellos se encuentran actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York (dos fíbulas y una hebilla); en el Virginia Museum of Fine Arts (dos fíbulas); Viena, Colonia o Núremberg, entre otras ciudades.

Bibliografía
Leer más
4 resultados