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Título

Mercurio entra en la habitación de Herse. Tapicería de Las bodas de Mercurio

Pannemaker, Willem de (Activo entre 1535-1581 en Bruselas)

Lodi de Cremona, Giovanni (Cremona, ca. 1520 - Cremona, ca. 1612)

Clasificación genérica
Textil
Objeto
Tapiz
Datación
c. 1570
Siglo
Tercer cuarto del s. XVI
Contexto cultural / estilo
Renacimiento
Dimensiones
436,9 × 541 cm
Técnica
Tejido
Procedencia
Valladolid (Valladolid, España)
Emplazamiento actual
The Metropolitan Museum of Art (Nueva York, Estados Unidos)
Número de inventario en colección actual
41.190.135
Inscripciones / Marcas

Monograma del tapicero, Willem de Pannemakeer, en el orillo de caída derecho.

Marca de Bruselas (Brabante) B / B.

Historia del objeto

Entre 1601 y 1606 la Corte de Felipe III abandonó Madrid para instalarse en Valladolid. Esta ciudad había albergado con frecuencia a los monarcas desde la Edad Media: en ella se casaron los Reyes Católicos en 1469; se proclamaron soberanos  de Castilla Juana I y su esposo Felipe I el Hermoso en 1506; el emperador Carlos asimismo fue reconocido rey en 1518, y en 1527 nació el futuro Felipe II. A pesar de la importancia de estos acontecimientos históricos, no parece que fuesen fundamentales a la hora de elegir a Valladolid como capital; lo que pesó fue el interés personal del todopoderoso valido de Felipe III, el duque de Lerma. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, V marqués de Denia y I duque de Lerma, era vástago de una familia que había tenido el encargo de vigilar a la reina Juana I durante su encierro en Tordesillas. Su bisabuelo y su abuelo habían ejercido la labor de carceleros a plena satisfacción del emperador, pero no habían conseguido enriquecerse. Cuando Francisco Gómez de Sandoval heredó el marquesado de Denia sus ingresos eran muy reducidos comparados con los de otras casas nobiliarias, a pesar de haberse casado con Catalina de la Cerda, hija del IV duque de Medinaceli, en 1576.

Hombre de total confianza del nuevo rey, apenas un año después de haber sustituido a su padre Felipe III le concedió el ducado de Lerma, y a partir de ese momento sus rentas aumentaron sin parar hasta llegar a ser una de las fortunas más grandes de España. Sobrado de dinero, pronto quiso mostrar la magnificencia de su casa y para ello no dudó en comprar ricos tapices –solo había heredado de su padre cinco paños de “verduras” y “cuatro reposteros”–, entre los que destaca la serie Las bodas de Mercurio, también conocida como la Fabula de Mercurio y Herse o Metamorfosis de Aglauro. Se trata de un conjunto de ocho paños que, afortunadamente, se conservan todos, si bien dispersos, y que es el único testimonio de los más de sesenta paños con hilos cubiertos de oro que llegó a atesorar el valido.

La serie la tejió el más destacado de los tapiceros de Bruselas, Willem de Pannemaker, en torno a 1570, pues esta fecha aparece en el primer paño en el orillo de caída derecho, justo encima del monograma del tapicero. No se trata de la editio princeps, que hasta donde sabemos debió correr a cargo de Willem Dermoyen, quien la realizó hacia 1545-1550. De esta colgadura no se tienen noticas hasta 1656, cuando pasó a manos de Tomás de Saboya Carignano-Soisson, y se conservó completa hasta 1858; de ella subsiste un ejemplar en el palacio del Quirinal, en Roma, Metamorfosis de Aglauro y otros dos en colecciones privadas. Una tercera edición perteneció a Fernando de Toledo, virrey de Cataluña, que la adquirió para colgarla en los salones del General de Cataluña (hoy sede de la Generalitat), que también manufacturó Pannemaker y lleva la fecha de 1574; esta es menos rica por no incorporar hilos metálicos y en la actualidad se conserva incompleta.

No se ha podido determinar documentalmente quién fue el cartonista, aunque estudios formales y cronológicos apuntan a que seguramente fuese el pintor cremonés Giovanni Battista Lodi. Los cartones estuvieron en manos de Dermoyen, fuese o no su primer propietario, y después pasaron a ser de Pannemaker al menos desde finales de la década de 1560. Ese tapicero tejió la serie rica sin que podamos precisar si fue un encargo o la realizó para ponerla en el mercado, si bien el coste muy elevado de la colgadura, tanto por la calidad de su manufactura como por la inclusión de hilos metálicos, llevan a pensar que no se embarcó en la empresa sin tener un comitente detrás.

Lodi, si es que fue él, concibió una historia basada en las Metamorfosis de Ovidio. Este autor cuenta (Libro II, 1200-1402) que Mercurio vio una procesión de jóvenes camino del templo de Atenea entre las que destacaba Herse, hija de Cécrope. Inflamado por su belleza se presentó en el palacio donde la hermana de Herse, Aglauro, lo recibió con desdén a pesar de la gran cantidad de oro que el dios le dio. Viendo esto Atenea se acercó a la casa de la Envidia para pedirle que con el veneno de los celos infectara a Aglauro. Esta, corroyéndose, trató de frustrar la felicidad de su hermana impidiendo la entrada a Mercurio, al que dijo: “no me he de levantar, tenlo por llano, hasta que te hayas tú de aquí partido”. El dios, airado al verse impedido de acceder al palacio de su amada, le contestó: “como yo he de estar aquí presente, aquí también tú estés eternamente”. Apenas pronunció esas palabras Aglauro comenzó a metamorfosearse en piedra.

Ovidio limita su relato a esto, pero los ocho paños complementan la historia con la narración de Luciano sobre el matrimonio de Alejandro el Magno y Roxana. Este episodio sirvió para fijar el final de la historia en el que Mercurio entra al dormitorio de Herse para consumar el matrimonio. Veronés así lo muestra en Mercurio, Herse y Aglauro, c. 1576-1584 (Cambrige, Fitzwilliam Museum), donde aparece la envidiosa hermana humillada por el dios, y en diferentes estampas, entre las que destaca por su gran carga erótica, la de Giovanni Jacopo Caraglio, 1520-1539, en la que Herse desnuda muestra en primer plano su sexo mientras Mercurio obliga a Aglauro a contemplarla.

Con estas fuentes principales se tejió la serie de ocho paños de unos 435/450 cm de caída por 541/728 cm de ancho, que en la actualidad se encuentra repartida en diferentes manos: 1. Mercurio ve desde los cielos a Herse en medio de las doncellas que van al templo de Atenea (Colección duques de Alba); 2. Paseo de Mercurio y Herse (Madrid, Museo Nacional del Prado); 3. Mercurio detenido por Aglauro a la entrada del palacio (Fundación Casa Ducal de Medinaceli); 4. Cécrope da la bienvenida a Mercurio (Madrid, Museo Nacional del Prado); 5. Banquete en el palacio de Cécrope y Aglauro corrompida por la Envidia (Colección Duques de Cardona); 6. Baile en el palacio de Cécrope (Fundación Casa Ducal de Medinaceli); 7. Metamorfosis de Aglauro (Nueva York, The Metropolitan Museum of Art); 8. Mercurio entra en la habitación de Herse (Nueva York, The Metropolitan Museum of Art). Tradicionalmente los dos últimos paños se colocado al revés en la serie, pero es evidente por el relato de Ovidio que la metamorfosis de Aglauro fue anterior, si bien las interpretaciones visuales desde el siglo XVI hacían que la celosa hermana estuviese presente en la cámara nupcial.

 

La serie en manos del duque de Lerma

Nada sabemos de los tapices hasta que en 1603 se realizó en Valladolid el primer inventario conocido de los bienes del valido de Felipe III. Hay que suponer que los tendría en sus casas, que en aquellos momentos estaban en la parte posterior del palacio real, pues este, aunque lo compró y reformó él, acabó por vendérselo al rey, si bien manteniendo un aposento hacia a plaza de los Leones (hoy plaza de las Brígidas). Se ha propuesto que la serie la adquiriría a Pannemaker el IV duque de Medinaceli, Juan de la Cerda y Silva, quien fue gobernador de los Países Bajos desde 1572. Este era el padre de Catalina de la Cerda, que casó con Francisco Gómez de Sandoval en 1576, con lo que los paños habrían llegado a la esposa, bien como dote o tal vez como herencia. La hipótesis tiene fundamento, no obstante hay que tener presente que en aquellos años Lerma estaba escaso de recursos y supuestamente poco interesado en tapices, de manera que si hubiesen pasado a sus manos, es probable que los hubiese vendido.

 

Dado su considerable tamaño, más de cincuenta metros lineales, no estarían expuestos, lo cual era habitual, sino que se mostrarían en fechas y acontecimientos señalados, y por lo general no todos los que componían la serie, pues se prefería exhibir diferentes colgaduras en vez de una completa. De las veinticinco tapicerías de hilos metálicos que poseía el duque, esta era la de mayor valor. Se declara en el inventario que los paños, que se denominan Fábula de Mercurio, tenían “de caída seis anas, y toda ella tiene cuatrocientas y cinquenta y seis anas, a quarenta ducados cada una, que son ocho paños 200 640 reales”. Un ana lineal equivalía a 6 varas castellanas (una vara son 0,8359 m, tres pies, con lo que el ana es, aproximadamente 0,697 cm, pero también se llamaba ana a la dimensión de superficie, sin establecer distinción con la medida de longitud). La cantidad, 18.240 ducados (6 840 000 maravedís), es exagerada, pues entre las tapicerías que se tasaron tras la muerte de Felipe II en 1598 solo los paños de la Jornada de Túnez superaron ese precio.

Durante los cinco años que la Corte permaneció en Valladolid hubo todo tipo de espectáculos y fiestas, como las celebraciones de los nacimientos de la infanta Ana Mauricia (1601) y del futuro Felipe IV (1605). La plaza de San Pablo, o del Palacio, se vestía de gala y se mostraban tapices colgados de los edificios y en el interior de la iglesia. Tenemos diversas noticias al respecto de testigos presenciales que detallan la utilización de tapices, y todos eran de la colección de Felipe III, que los había heredado de su padre, sin que haya noticia alguna de que Lerma expusiese los suyos.

En 1607, un año después de que la Corte partiese de Valladolid, el duque  había trasladado sus bienes a su villa de Lerma (Burgos) y allí se realizó otro inventario en el que se cita la serie como Bodas de Mercurio, con idéntica tasación. En sucesivos inventarios realizados en la villa ducal de Lerma en 1609, 1611, 1616 y 1617, se siguen recogiendo estos paños. Mas cuando el valido cayó en desgracia se vio necesitado de dinero, y lo pidió prestado al banquero genovés Carlo Strata. La deuda era considerable y en 1622 se vio obligado a traspasarle la “tapicería de oro y seda de las Bodas de Mercurio…”, por cuenta de los 30 000 ducados que le debía. La entrega se hizo en Valladolid el 27 de marzo, con lo que los paños debían haber regresado a la ciudad después de haber estado en Lerma.

El duque falleció en 1625 y en algún momento anterior a 1673 la tapicería se recuperó del prestamista. En esa última fecha se vinculó al mayorazgo de la casa de Lerma, según se estipuló en las mandas testamentarias de Feliche Enríquez de Cabrera, viuda del II duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval (1598-1635), nieto del valido de Felipe III. La duquesa legó la tapicería a su nieta, Catalina de Aragón, esposa de Juan Francisco de la Cerda, VII duque de Medinaceli, quedando incorporados desde entonces los paños al mayorazgo de la casa de Medinaceli. Cuando falleció el XII duque (1789) se dice que había una “tapicería fabricada en Bruselas, bastante desgastada, de estofa fina, trabajada con hilo de oro, plata, sedas y estambres […] representan las Fábulas del dios Mercurio, mide de corrida setenta y una anas por seis de caída…”.

 

Fortuna posterior de los tapices de Las bodas de Mercurio

A finales del siglo XVIII el triunfo de la pintura era absoluto entre las artes visuales y parece que nadie se fijó en la existencia de estos tapices, a pesar de que colgaban en el gran salón del palacio de los duques de Medinaceli en la plaza de Colón en Madrid. Fue José Ramón Mélida quien reparó en su existencia y los dio a conocer en sendos artículos de 1906 y 1907, pero sin ser capaz de determinar cuál era exactamente la historia que reflejaban. Hubo que esperar hasta que el arqueólogo Antonio Blanco Freijeiro identificó la fuente con la historia de Mercurio, Herse y Aglauro tomada de Ovidio.

En 1909 los ocho paños se repartieron entre los hijos de Ángela Pérez de Barradas, duquesa de Denia y Tarifa, viuda del XV duque de Medinaceli. Los números 3, 5 y 6 pasaron a manos de su nieto, el XVII duque de Medinaceli, Luis Jesús Fernández de Córdoba y Salabert, hijo póstumo del anterior duque que había fallecido tempranamente. Los cinco restantes llegaron a otros tantos hijos de duquesa: el número 1 a la duquesa de Hijar; el número 2 al duque de Tarifa; el número 4 a la duquesa de Uceda; el número 7, Metamorfosis de Aglauro, a la condesa de Valdelagrana, y el último de la serie Mercurio entra en la habitación de Herse, al duque de Lerma.

Estos dos últimos inmediatamente fueron enajenados por sus nuevos propietarios. El 9 de noviembre de 1909 habían llegado a un acuerdo de venta con el marchante ubicado en París Raoul Heilbronner. Este, con no menos premura, lo que parece indicar que había un acuerdo previo, se los traspasó a otro marchante, Jacques Seligmann, que tenía delegaciones en París y Nueva York, quien sin perder tiempo los envió a los Estados Unidos. El 17 de noviembre los dos tapices llegaron al Metropolitan Museum of Art de Nueva York, donde permanecieron en préstamo hasta 1914. El comprador fue el magnate de la banca George Blumenthal junto con su esposa Florence. Carentes de una casa apropiada para exponer su gran colección de objetos artísticos, ordenaron la construcción de una en Park Avenue con la 70th street, que estaba concluida en 1920. Edificio de grandes dimensiones, hoy desaparecido, albergaba el patio del castillo de Vélez Blanco, localidad de la provincia española de Almería, y colgando de las paredes sin galerías inferiores se mostraban afrontados los dos paños.

Seligmann tenía una estrecha y antigua relación con Blumenthal. Ambos eran de origen alemán, como también lo era Heilbronner, pues los dos parece que habían asistido al mismo colegio en Fráncfort. Esta relación llevó a que Seligmann le vendiese los paños en la razonable cantidad de 120 000 dólares, cuando de haberlos puesto en el mercado probablemente habría recibido más. Blumenthal debió apreciar ese gesto y cuando Seligmann montó una exposición en París entre marzo y julio de 1913, el banquero se los prestó. Terminada la muestra, regresaron al museo neoyorquino donde permanecieron hasta el año siguiente.

George Blumenthal se convirtió en presidente del Metropolitan Museum de Nueva York en 1933 y realizó cuantiosas aportaciones a la institución. Cuando falleció en 1941 dejó más de 630 objetos artísticos al museo, entre los que se contaban los dos tapices, que pasaron a engrosar los fondos del Metropolitan Museum. Los ocho paños que un día estuvieron en Valladolid se conservan, además de los de Nueva York, dispersos en diferentes colecciones españolas, de los que dos pertenecen al Museo Nacional del Prado, volvieron a juntarse en este museo en una exposición temporal en 2010, comisariada por Concha Herrero Carretero con la participación de Nello Forti-Grazzini. Hasta el presente, nunca más han vuelto a reunirse.

Descripción

Si el tapiz anterior (véase para la descripción general) seguía la fábula de Ovidio, este es ajeno al relato. La historia sigue la narración de Luciano sobre el matrimonio de Alejandro el Magno y Roxana, que se traslada a Mercurio y Herse. Esta, desnuda, espera sentada en la cama al dios que se ha despojado de su capa y el caduceo, que están sobre una mesa laeralmientras un amorcillo le retira el casco alado y el vestido. Por su parte, Herse está siendo descalzada por otro amorcillo y en el afán de mostrar el realismo de la escena se aprecia bajo la cama el bacín.

La escena, que tiene una considerable carga erótica, sigue el fresco de Rafael y sus ayudantes en la Farnesina.

Tapiz en bien estado de conservación, tiene 8/9 hilos por cm de urdimbre. Lleva la marca de tapicero en el orillo de caída derecho y la de Bruselas (Brabante) en el orillo inferior.

* La localización relativa a marchantes, anticuarios, galerías de arte y coleccionistas, nos lleva al emplazamiento donde se hallaban radicados, o bien donde tuvieron una de sus principales sedes, esto no siempre indica que cada una de las obras que pasaron por sus manos estuviera concretamente en tal lugar, pues en el caso de anticuarios y marchantes su negocio extendía sus redes en diversos territorios; en ocasiones tan solo compraban en origen y remitían directamente la pieza a sus clientes. Por otro lado, algunos coleccionistas contaron con distintas residencias en las que albergaron su colección, a veces en distintos países; es difícil, en muchos casos, precisar dónde preservaron la obra mientras estuvo en sus manos, de ahí que se señale el emplazamiento principal del anticuario o del coleccionista. Circunstancias que han de ser tenidas en cuenta al interpretar el mapa. Véase en cada caso la historia del objeto.
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Responsable de la ficha
Miguel Ángel Zalama
Cómo citar

Miguel Ángel Zalama, "Mercurio entra en la habitación de Herse. Tapicería de Las bodas de Mercurio" en Nostra et Mundi. Patrimonio Cultural de Castilla y León en el mundo, Fundación Castilla y León, 2025. https://inventario.nostraetmundi.com/es/obra/442

DOI