Resultados de la búsqueda
X
No hay resultados :(

Consejos de búsqueda:

Título

León. Pintura mural procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos)

Clasificación genérica
Pintura
Datación
post. 1200
Siglo
XIII
Contexto cultural / estilo
Medievo. Románico
Dimensiones
332,7 x 335,3 cm
Técnica
Fresco
Iconografía / Tema
León
Procedencia
Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela, Burgos, España)
Emplazamiento actual
The Cloisters. The Metropolitan Museum of Art (Nueva York, Estados Unidos)
Número de inventario en colección actual
31.38.1a,b
Historia del objeto

Se trata de uno de los diversos fragmentos que formaban parte del conjunto mural que ornó la capilla del tesoro del monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza (Burgos). En la primera década del siglo XX fue descubierto, tras el derrumbamiento de la escalera de comunicación entre los pisos bajo y alto del claustro procesional, bajo un revoque en las paredes, un conjunto de pinturas murales que desde ese momento fue considerado como uno de los ejemplos más interesantes de la pintura tardorrománica en España (Chapée, 1912, pp. 380-381; Huidobro, 1912, p. 381). Pinturas de gran expresividad que llevan al muro el preciosismo de los bestiarios y manuscritos iluminados. En este caso, habrían de tener estrecha vinculación con el papel histórico y legendario que encierra el monasterio, los orígenes de la corona de Castilla, y las leyendas en torno al conde Fernán González y su esposa Doña Sancha.

En ese momento el monasterio se encontraba en ruinas: “…yace destruido y maltrecho, hundidas en el polvo sus bóvedas, desmantelada su iglesia, mudo su campanario cerradas e impracticables la mayor parte de sus puertas…” (García Concellón, 1894, pp. 56-58).  A pesar del deterioro del conjunto monástico, las fotografías de Photo-Club Burgos (Archivo Diputación Provincial de Burgos) nos muestran detalles de las pinturas in situ, antes de que, a fines de la década de 1920, Alejandro Valcárcel Barbadillo, hijo de la propietaria del monasterio, Carlota Barbadillo, procurara su venta. Primero trató de recabar la atención de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Dirección General de Bellas Artes, al objeto de que el Estado comprara el conjunto mural que aún se preservaba en la capilla palatina del monasterio, situada sobre la sala capitular, en el primer piso de la Torre del Tesoro. Sus misivas fueron especialmente insistentes en 1924: “Como desde el año pasado el deterioro es cada vez mayor amenazando no quedar nada por los continuos desprendimientos de la cal donde se hallan las pintadas es urgente una resolución razón por la cual se establece un plazo y terminado este sin que el Estado haya dado una respuesta afirmativa de compra, entenderse que renuncia a ellas, abandonando el derecho de tanteo y quedando dicha Ilma. Señora Doña Carlota Barbadillo mi representada dentro de los trámites legales de haber dado conocimiento con arreglo a la ley de Enero de 1923 pudiendo disponer de ellas y enajenarlas si algún postor o comprador tuviere o se presentase” (Instancia dirigida por Alejandro R. de Valcárcel y Barbadillo al Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 24 de julio de 1924) Parece que la lenta tramitación en los despachos de Madrid de este asunto le llevó a desestimar esta opción y optó por vender las pinturas a particulares. (Martínez Ruiz, 2008, p. 99).

El arquitecto Josep Gudiol medió en la operación de adquisición, despegue de las pinturas y su traslado a lienzos, con el objeto de venderlas a colecciones norteamericanas; razón por la cual aquellas pinturas que ornaron en su día la capilla palatina de Arlanza acabaron dispersas en distintas colecciones. Dos son los ejemplares que conserva The Cloisters, sección de arte medieval del Metropolitan Museum of Art de Nueva York: este Dragón y un León. Otros fragmentos del conjunto mural de Arlanza se encuentran en el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard, Zancuda de cuello largo, y siete fragmentos de la misma procedencia actualmente forman parte de la colección del MNAC, Barcelona –la mayoría de estos adquiridos por Josep Gudiol en 1943 y donados por éste al MNAC en 1973–.

En esta operación que llevó a la venta de las pinturas, y final exportación de parte importante del conjunto, fue importante el papel desempeñado por el historiador del arte Walter W. S. Cook, cuya expedición arqueológica por tierras castellanas en 1927 le llevó, entre otros lugares, a Arlanza, donde pudo contemplar las pinturas en su emplazamiento original; poco tiempo después tuvo lugar el desmantelamiento del conjunto. En 1929 Cook anunciaba a James J. Rorimer, conservador de arte medieval del Metropolitan Museum of Art de Nueva York que después sería director del mismo museo, que las pinturas murales ya estaban arrancadas y que probablemente serían destinadas a un museo español. Desde la prensa española se denunció que unos individuos habían comprado los murales de Arlanza por 10.000 pesetas. Lo cierto es que en esos momentos las pinturas estaban en manos del arquitecto Josep Gudiol y el arqueólogo Josep Colominas. Según I. Socias, en 1927 ambos tenían una tienda de antigüedades que se llamaba La Sacristía, que estaba ubicada en la calle Coribia, 17 de Barcelona. Habían de contar como socios capitalistas con los coleccionistas catalanes: Rómulo Bosch y Catarineu y Teresa Amatller y Cros, quien tendría un relevante papel en la trayectoria de Josep Gudio i Ricart. Walter W. S. Cook, quien mantenía relación con el director del Museo Episcopal de Vic, Josep Gudiol i Conill -tío de Josep Gudiol i Ricart-, puso al tanto de las pinturas de Arlanza a Gudiol y Colominas. El primero realizó algunos planos y dibujos del conjunto mural del monasterio, que se conservan en la Frick Art Reference (Nueva York). James J. Rorimer confirmó en 1928 que Josep Gudiol trabajaba en la remoción de las pinturas de Arlanza. Este llegó en los primeros días de agosto de 1930 a Nueva York con el objeto de vender los frescos de  Arlanza. En EE. UU. sus principales valedores fueron Walter W. S. Cook y James J. Rorimer, quien había tenido la oportunidad de ver las pinturas de Arlanza en casa de Gudiol en Barcelona en 1929.

El 10 de octubre de 1930 se firmó el documento de compromiso entre el director del Metropolitan Museum of Art, Edward Robinson, y Josep Gudiol i Ricart de venta de las pinturas de murales de Arlanza. El museo se reservaba la primera opción de compra de los murales, durante un periodo de dos meses, por un precio de 50.000 dólares, que podría ser rebajado a 45.000 dólares. Cantidad que incluía la restauración e instalación definitiva de los frescos. Desde la llegada de las pinturas a Nueva York, el Metropolitan Museum se comprometía a guardarlas en sus depósitos y durante ese periodo Gudiol podía mostrarlas a otros museos y coleccionistas interesados en ellas, pero siempre bajo el beneplácito de la institución neoyorquina. Al mismo tiempo, Rorimer redactó un informe en el que valoraba positivamente la adquisición de las pinturas por parte del Metropolitan Museum of Art, pues, aunque incompletas y descoloridas, constituían en su opinión una buena inversión para el museo. Apeló para ello a las consideraciones del profesor Chandler R. Post, quien en su libro sobre Spanish Painting, había destacado las cualidades estas pinturas de la capilla del tesoro de Arlanza. Joseph Breck, conservador del Metropolitan Museum of Art, llamó la atención de John D. Rockefeller Jr., impulsor y benefactor de la sección The Cloisters, del Metropolitan Museum of Art, sobre la conveniencia de adquirir los murales de Arlanza depositados en la institución, pues los 45.000 dólares demandados por las obras suponían un precio muy inferior a los 120.000 que, por ejemplo, había pagado el Museum of Fine Arts de Boston por dos escenas del conjunto de San Baudelio de Berlanga; siendo este conjunto de Arlanza, a su juicio, tan interesante como aquel (Socias, 2020, pp. 203-222).

El magnate respondió que George Blumenthal, presidente del Metropolitan Museum de Nueva York, era de la opinión de adquirir solo las que se hallaran en mejor estado de conservación, desestimando el resto, argumentando para ello, además, el problema de espacio que presentaría la instalación de todo el conjunto. Tras una dura negociación, en la que el museo trató de rebajar el precio inicial, finalmente aceptó adquirir los dos fragmentos: DragónLeón, procedentes de Arlanza, por 30.000 dólares, si bien, Joseph Breck consiguió rebajarlo finalmente a 28.000 dólares. Para sortear las críticas en España, James J. Rorimer pidió personalmente a Chandler R. Post que no hablara del tema en España: “I have been thinking over the problem of the Arlanza frescoes. I am going to ask you, as a personal favor to me as well as out of regard for the Metropolitan Museum, not to speak in Spain or elsewhere about these frescoes. It is really a very serious matter, and we are desirous not to have it known that we have obtained some of these panels. Josep Gudiol, of whom you spoke, was not the owner of the frescoes, but merely employed to do certain work of transferal and to help us in dealings with certain of the owners”. (Socias, 2020, p. 214).

El resto de pinturas aún aguardaban mejor ocasión para ser vendidas, como fue el caso del ejemplar que liquidó al Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard. Fue en el contexto de la Guerra Civil española, cuando un informe realizado por Luis Monreal Tejada, comisario franquista de la zona de Levante, desveló algunos detalles: “Dichas pinturas fueron adquiridas por Gudiol (arquitecto rojo, hoy en el extranjero) y Colominas (funcionario del Museo Arqueológico de Barcelona). Según me ha manifestado este último pagaron por la adquisición dos mil pesetas (…) Parte de las pinturas (las más importantes) fueron vendidas en Norteamérica. El resto está actualmente almacenado en el Museo Arqueológico de Barcelona y las tiene el Sr. Colominas en venta, pues asegura que actualmente son de su exclusiva propiedad…” (Martínez Ruiz, 2008, p. 106).

En aquel momento Josep Gudiol se encontraba exiliado, razón por la cual, quizá habían repartido ya entre ambos la propiedad de las pinturas. El 29 de noviembre de 1943 Josep Colominas vendió el Grifo al Museu Nacional d’Art de Cataunya, ese mismo año Josep Gudiol vendió al mismo museo el resto de fragmentos que la institución catalana conserva. En 1952 Gudiol vendió las pinturas relativas a las Sirenas, al coleccionista Antonio Gallardo Ballart, quien los donó junto con otras obras al mismo MNAC, en concepto de pago por impuestos de sucesión (Socias, 2020, p. 215).

De este modo se dispersó este extraordinario conjunto mural, a pesar de las llamadas de atención acerca de su deterioro, así como del riesgo de venta y exportación que llegó a la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, a las Reales Academias, o a la Dirección General de Bellas Artes en la década de 1920. Todo ello, pese al informe favorable de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1924 para que fueran adquiridas por el Estado en la cantidad de 10.000 pesetas que pedía por ellas en aquel momento la propietaria del monasterio: “…si bien a primera vista no parecen interesantes por no integrarlas figuras humanas, son sin embargo importantísimas por la cualidad clásica de sus trazos y de su colorido, además, por pertenecer la representación de animales quiméricos a un sector del arte de la pintura poco frecuente en España, descubriéndose en cambio muchos casos en forma escultural y corpórea. Además, estas pinturas convenientemente estudiadas pueden aportar datos históricos de gran valor. Ante estas consideraciones tiene el deber la Real Academia de bellas Artes de San Fernando puesta su mira en el ideal del arte y el prestigio de la cultura aconsejar al gobierno de S. M. con el mayor acatamiento, la adquisición de las citas pinturas de San Pedro de Arlanza tomándolas a este fin en la cantidad de diez mil pesetas valor que coincide con el precio establecido por su propietaria la Ilma. Sra. Doña Carlota Barbadillo. Con ello se evitará el despojo de nuestro tesoro artístico pues por confidencias fidedignas sábese en esta Real Academia que las pinturas de referencia han sido ya solicitadas por mercaderes ávidos de negocio y también por personalidades extranjeras; caso de expoliación vergonzosa para la Patria que tanto prestigio artístico mantuvo en los pasados siglos” Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Sesión de 10 de noviembre de 1924 (Martínez Ruiz, 2008, p. 101).

Descripción

Pintura al fresco traspasada a lienzo.

* La localización relativa a marchantes, anticuarios, galerías de arte y coleccionistas, nos lleva al emplazamiento donde se hallaban radicados, o bien donde tuvieron una de sus principales sedes, esto no siempre indica que cada una de las obras que pasaron por sus manos estuviera concretamente en tal lugar, pues en el caso de anticuarios y marchantes su negocio extendía sus redes en diversos territorios; en ocasiones tan solo compraban en origen y remitían directamente la pieza a sus clientes. Por otro lado, algunos coleccionistas contaron con distintas residencias en las que albergaron su colección, a veces en distintos países; es difícil, en muchos casos, precisar dónde preservaron la obra mientras estuvo en sus manos, de ahí que se señale el emplazamiento principal del anticuario o del coleccionista. Circunstancias que han de ser tenidas en cuenta al interpretar el mapa. Véase en cada caso la historia del objeto.
Bibliografía
Responsable de la ficha
María José Martínez Ruiz
Cómo citar

María José Martínez Ruiz, "León. Pintura mural procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos)" en Nostra et Mundi. Patrimonio Cultural de Castilla y León en el mundo, Fundación Castilla y León, 2025. https://inventario.nostraetmundi.com/es/obra/8