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Título

Brazo relicario de san Luis de Toulouse

Pietro, Lando di [atribuido a] (Activo en Siena, Florencia y Nápoles)

Clasificación genérica
Orfebrería
Objeto
Relicario
Datación
1336-1338
Siglo
Segundo cuarto del s. XIV
Contexto cultural / estilo
Gótico
Dimensiones
62,5 x 17,5 x 17,5 cm
Iconografía / Tema
Brazo, San Luis de Toulouse
Procedencia
Convento de Santa María de las Dueñas, Medina del Campo (Medina del Campo, Valladolid, España)
Emplazamiento actual
Museo del Louvre (París, Francia)
Número de inventario en colección actual
OA 3254
Inscripciones / Marcas

HIC EST OS BRACHII SCI. LVDOVICI EPISCOPI ("Este es el hueso del brazo de san Luis, obispo").

Historia del objeto

Este brazo relicario, que albergó un hueso de san Luis de Toulouse, procede, al igual que su compañero, un brazo relicario que albergó un hueso de san Lucas (en la actualidad conservado, asimismo, en el musée du Louvre), del convento de Santa María de las Dueñas de Medina del Campo (Valladolid). Los dos fueron una adquisición prácticamente póstuma del afamado coleccionista austriaco asentado en París Frédéric Spitzer (1815-1890). Las circunstancias de su adquisición, ciertamente rocambolescas, son narradas con todo detalle por Edmond Bonnaffé (contemporáneo y conocido de Spitzer). Su relato resulta significativo sobre el funcionamiento del mercado de arte en aquellos años. El curioso podrá encontrar en el artículo de Bonnaffé recogido en la bibliografía toda la información, que aquí resumimos sumariamente. Dos socios, vendedores ambulantes de vino, llegaron, por asuntos propios de su negocio, al convento de Santa María de las Dueñas de Medina del Campo (debió de ser ca. 1888). Allí la superiora les ofreció los dos brazos relicarios. Como pedía mucho dinero por ellos, los marchantes declinaron su adquisición, pero, a partir de ahí, uno intentó engañar al otro adquiriéndolos por su cuenta (evidentemente, para revenderlos sacando el máximo beneficio). El engañado transmitió toda su información a Spitzer por si fuera de su interés. Mientras tanto, las monjas, necesitadas de dinero, confiaron la venta de los dos brazos relicarios a una señora (“une dame”). La mujer los llevó a París y se los vendió a un señor “M.”, que negociaba con este tipo de objetos, quien, a su vez, se los vendió a un señor “S.”. Sin que sepamos cómo Spitzer se hizo con ellos poco antes de su muerte.

Fallecido Spitzer el 23 de abril de 1890, su viuda consultó a Bonnaffé acerca de qué obra de su colección sería la más apropiada para ser donada al Louvre en memoria de su marido y el erudito no dudó en sugerirle el brazo relicario de san Luis de Toulouse: la viuda de Spitzer aceptó de inmediato. De esta manera, esta obra ingresó en el musée du Louvre en 1891, mientras que su compañero, el brazo relicario de san Lucas, fue vendido con el resto de la colección Spitzer en 1893. La adquisición de este por parte del museo en 1983 permitió que, después de casi un siglo de separación, los dos brazos relicarios procedentes del convento de Santa María de las Dueñas de Medina del Campo volvieran a estar juntos, expuestos en un lugar de honor de las salas dedicadas a “objets d’art” del museo, como corresponde a la categoría extraordinaria de las piezas, que, pese a su procedencia castellana, son obras de primerísimo nivel de la orfebrería de la corte angevina de Nápoles.

Para entender la presencia de estas dos piezas napolitanas en un convento de la localidad vallisoletana de Medina del Campo es necesario retrotraerse a los orígenes del convento del que proceden, prestando, asimismo, atención a la heráldica que exhiben las dos piezas.

El convento de Santa María de las Dueñas, de monjas dominicas, fue fundado en 1418 a partir de la reconversión de un antiguo monasterio de monjas premostratenses que se remontaba al siglo XIII. Su fundadora fue Leonor de Alburquerque († 1435), reina viuda de Aragón como mujer que había sido de Fernando I el de Antequera (1412-1416), primer monarca aragonés de la Casa de Trastámara. Leonor de Alburquerque se retiró a este monasterio, falleció en él y está enterrada en él. En estos años, Medina del Campo era una de las localidades más importantes de la Corona de Castilla y estaba estrechamente vinculada a las casas reales de Castilla y de Aragón (medinenses fueron tanto Fernando I, que ostentó el señorío de la villa y vivió en ella antes de acceder al trono de Aragón, como sus hijos y sucesivos sucesores Alfonso V y Juan II).

El brazo relicario de san Luis de Toulouse presenta en esmalte tanto junta como por separado la heráldica de la Casa de Anjou y de la Casa de Barcelona, lo que remite de manera inequívoca a la época del rey de Nápoles Roberto el Sabio (1309-1343) y de su segunda esposa Sancha de Mallorca († 1345). Roberto el Sabio era hermano de san Luis de Toulouse, fallecido en 1297 y canonizado en 1317, y se había beneficiado de la vocación franciscana de este, que le llevó a renunciar a sus derechos a la sucesión en el trono de Nápoles. Por este motivo, Roberto el Sabio promovió su culto y su imagen: como parte de esta estrategia, encargó a Simone Martini una gran tabla que lo representa cediéndole la corona, que se encuentra en el Museo di Capodimonte de Nápoles, y, más adelante, o bien él, o bien su mujer (o bien los dos), encargaron el relicario que nos ocupa, cuya realización está, por suerte, documentada, aunque sea de manera indirecta: en 1336 se compró el cilindro de cristal de roca que, en su día, albergó la reliquia y en 1338 se pagaron los estuches en que habían de guardarse este brazo relicario y su compañero el brazo relicario de san Lucas, destinados al tesoro real de Nápoles, custodiado en el Castel Nuovo de la ciudad.

La cuestión es: ¿cómo pasaron este relicario y su compañero el brazo relicario de san Lucas del tesoro real de Nápoles al convento de Santa María de las Dueñas de Medina del Campo? La tradición de la casa dice que fueron dejadas al convento por su fundadora, la reina viuda de Aragón Leonor de Alburquerque: “un braço del glorioso evangelista san Lucas; un braço del bienaventurado san Luys, obispo, hijo del rey de Sicilia, religioso de la orden del bienaventurado san Francisco” (López 1613, p. 31). Pero, aun dando por válida esta información, la cuestión subsiste: ¿cómo pasaron este relicario y su compañero el brazo relicario de san Lucas del tesoro real de Nápoles a manos de la reina viuda de Aragón Leonor de Alburquerque?

Existen evidencias heráldicas adicionales que deben ser tenidas en cuenta: los dos brazos relicarios fueron dotados en un momento posterior al de su creación de sendas bases, octogonal en el caso de san Luis de Toulouse y hexagonal en el caso de san Lucas, con heráldica que combina las armas de Castilla (en posición preferente) y de Aragón. Esta heráldica fue interpretada por Danielle Gaborit-Chopin como correspondiente a Leonor de Aragón († 1382), reina de Castilla en tanto que mujer de Enrique II (1366-1379). De Leonor de Aragón habrían pasado a su segundo hijo, el futuro rey de Aragón Fernando I, y de este, a su mujer Leonor de Alburquerque, quien acabaría donándolos al convento medinense de su fundación. Leonor de Aragón habría recibido estos relicarios por motivos familiares, pues dos de sus bisabuelas, Blanca de Anjou por vía paterna y Leonor de Anjou por vía materna, eran hermanas de san Luis de Toulouse y de Roberto el Sabio. Aunque esta propuesta está bien argumentada, no nos convence. Si dejamos a un lado el en absoluto pequeño valor material y estético de los relicarios y nos fijamos en su valor espiritual (un brazo del santo dinástico de la casa real de Nápoles y un brazo de un evangelista), no parece razonable que objetos de tal categoría estén circulando a los pocos años de la creación de los relicarios por las manos de miembros segundones de la dinastía hasta acabar en Castilla (máxime en contextos tan convulsos como los últimos años del reinado de Juana I de Nápoles o la llegada al trono de los Durazzeschi). Por otra parte, aunque la combinación de la heráldica de Castilla en posición preferente y de Aragón resulta, en efecto, adecuada para la reina Leonor de Aragón, la forma en que se presenta en las bases de los relicarios (en un único escudo partido) no coincide con los escasos testimonios heráldicos originales que se conservan de esta reina, en cuyos sellos, de acuerdo con los usos heráldicos propios del siglo XIV, aparece la heráldica de Castilla rodeada por la heráldica de Aragón (es decir, sin que ambas armas se presenten en un único escudo). Finalmente, la abultada decoración vegetal incisa de las bases de los relicarios es más propia de la primera mitad del siglo XV que del tercer cuarto del siglo XIV.

Todas estas consideraciones nos llevan a descartar a la reina Leonor de Aragón como propietaria, en un momento dado de su historia, de los relicarios y como el canal a través del cual habrían llegado, sucesivamente, a Fernando I de Aragón y a su mujer Leonor de Alburquerque. Proponemos, a cambio, atribuir la heráldica presente en las bases de los relicarios a María de Aragón († 1445), hija de Fernando I de Aragón y de su mujer Leonor de Alburquerque y reina de Castilla en tanto que primera mujer de Juan II (1406-1454). La combinación de la heráldica de Castilla en posición preferente y de Aragón resulta adecuada para esta reina (como lo había sido para su abuela la reina Leonor de Aragón), pero, además, en este caso, la forma de presentar los emblemas heráldicos en un único escudo partido se adecua a los usos de la casa real castellana del siglo XV y está documentada en el convento dominicano de Santa María la Real de Nieva (Segovia). Y, en cualquier caso, consta documentalmente que poseyó los dos relicarios. En efecto, aparecen en el inventario de los bienes de la reina realizado a su muerte en 1445, estudiado por Santiago González Sánchez: “Un braço de Sant Luys en un uaso largo de xristal con una mano, e el asiento es de plata dorada. Otro braço de Sant Lucas guarnida por esta mesma manera. Anbas reliquias tomó la dicha señora del monasterio de Santa María la Real, çerca de Medina” (González Sánchez, 2024, pp. 70-72 y 76-78).

Es importante señalar que este documento dice que la reina María de Aragón “tomó” estas reliquias del convento de Santa María de las Dueñas de Medina del Campo (es decir, que no era su propietaria, sino que las había cogido, por lo que cabe suponer que, tras su muerte, volverían al convento). La reina María de Aragón también había nacido en Medina del Campo y, siendo reina de Castilla, cabe suponer que visitaría la villa con frecuencia, pues su madre, la reina viuda de Aragón Leonor de Alburquerque, vivía allí en el convento de Santa María de las Dueñas que ella misma habría fundado y en el que se enterraría (y que sería beneficiado por la reina María de Aragón en su testamento). Estas visitas proporcionan el marco adecuado para que la reina María de Aragón tomase en préstamo los dos relicarios. Estando en su posesión, los dotaría de las bases de plata dorada que muestran su heráldica, que, obviamente, han de ser obra de un taller español, posiblemente castellano.

Eliminada la reina Leonor de Aragón de la historia material de estos relicarios, sigue subsistiendo la pregunta acerca de cómo pasaron estos relicarios del tesoro real de Nápoles a manos de la reina viuda de Aragón Leonor de Alburquerque. En este caso, no existen evidencias heráldicas adicionales que puedan servirnos de guía, pero pensamos que el contexto más adecuado es la estancia en Nápoles entre 1420 y 1423 de su hijo el rey de Aragón Alfonso V (1416-1458). El convulso reinado de Juana II de Nápoles (1414-1435) llevó a esta soberana a reclamar la presencia en la ciudad de Alfonso V de Aragón para combatir a sus enemigos. Juana II, que no tenía hijos designó como su sucesor a Alfonso V de Aragón en 1420. El posterior distanciamiento entre Juana II y su heredero llevó a que la reina de Nápoles revocara su decisión y designara como su sucesor a Luis III de Anjou. Alfonso V de Aragón abandonó Nápoles en 1423. En este contexto, cabe imaginar que Juana II regalara a Alfonso V piezas tan notables del tesoro real napolitano como estos relicarios (o que Alfonso V los tomara, pues durante un tiempo tuvo el completo control del Castel Nuovo) y que, de regreso en la península, se los hiciera llegar a su madre en Medina del Campo.

En muchas descripciones del brazo relicario de san Luis de Toulouse que ahora nos ocupa se señala la presencia de un último elemento heráldico: un escudo cortado de oro y de gules con una cruz floronada brochante sobre el todo, con los esmaltes invertidos con respecto al campo en que queda cada parte de la cruz. Los estudiosos suelen identificar estas armas como correspondientes a la villa de Medina del Campo. Quien esto escribe no aprecia estas armas en el brazo relicario de san Luis de Toulouse, por lo que su estudio se reserva para el brazo relicario de san Lucas.

Descripción

El brazo relicario de san Luis de Toulouse está concebido como una montura de diseño arquitectónico para el cilindro de cristal de roca, de factura, probablemente, veneciana, que se compró en 1336 al comerciante napolitano Gentile Molettino. Quienes estudian este tipo de materiales destacan que se trata de una de las piezas más grandes y notables de cristal de roca de la Edad Media. Frente al carácter arquitectónico del brazo relicario de san Luis de Toulouse, se suele destacar el carácter “naturalista” del brazo relicario de san Lucas, que, en efecto, evoca un antebrazo enmangado.

Si nos centramos en la parte que es propiamente de orfebrería en el relicario de san Luis de Toulouse, vemos que, sobre la base añadida por la reina María de Aragón, se encuentra, en primer lugar, una base con esmaltes translúcidos con motivos vegetales de gran calidad. De esta base arrancan los cuatro esbeltos contrafuertes coronados por pináculos que ciñen el cilindro de cristal de roca, unidos en su parte superior por arcos trilobulados. Remata el relicario una mano de plata dorada repujada extraordinariamente naturalista que, como corresponde a la condición episcopal del santo cuya reliquia se albergaba en el relicario, bendice y porta un anillo en el dedo anular (que, sin embargo, no corresponde al estado original del relicario).

Los esmaltes translúcidos remiten de manera muy directa a obras sienesas del siglo XIV, tanto por la técnica como por la forma en que se desarrollan los motivos vegetales. Esta constatación ha llevado a Pierluigi Leone de Castris a atribuir este brazo relicario a Lando di Pietro, uno de los más importantes orfebres sieneses del siglo XIV, que consta que trabajó para Roberto el Sabio de Nápoles en fechas próximas a las de la fabricación de este brazo relicario. Para Leone de Castris, en cambio, su compañero el brazo relicario de san Lucas, donde solo se encuentran esmaltes opacos, sería obra de un artista diferente, probablemente un orfebre francés al servicio de la corte angevina. Etas apreciaciones no gozan de aceptación unánime entre los estudiosos: algunos subrayan, en primer lugar, que las fechas conocidas de la fabricación del relicario y de la estancia de Lando di Pietro en Nápoles son difíciles de conciliar y dicen, además, que los dos brazos relicarios forman parte de un proyecto unitario que debió de ser ejecutado por un único artista, por lo que la presencia de solo esmaltes opacos en el brazo relicario de san Lucas no se debería a que su artífice no fuese sienés, sino al distinto carácter de este brazo relicario, que, como se ha destacado, tiene un carácter más naturalista.

Ubicaciones
* La localización relativa a marchantes, anticuarios, galerías de arte y coleccionistas, nos lleva al emplazamiento donde se hallaban radicados, o bien donde tuvieron una de sus principales sedes, esto no siempre indica que cada una de las obras que pasaron por sus manos estuviera concretamente en tal lugar, pues en el caso de anticuarios y marchantes su negocio extendía sus redes en diversos territorios; en ocasiones tan solo compraban en origen y remitían directamente la pieza a sus clientes. Por otro lado, algunos coleccionistas contaron con distintas residencias en las que albergaron su colección, a veces en distintos países; es difícil, en muchos casos, precisar dónde preservaron la obra mientras estuvo en sus manos, de ahí que se señale el emplazamiento principal del anticuario o del coleccionista. Circunstancias que han de ser tenidas en cuenta al interpretar el mapa. Véase en cada caso la historia del objeto.
Bibliografía
Responsable de la ficha
Fernando Gutiérrez Baños
Cómo citar

Fernando Gutiérrez Baños, "Brazo relicario de san Luis de Toulouse" en Nostra et Mundi. Patrimonio Cultural de Castilla y León en el mundo, Fundación Castilla y León, 2025. https://inventario.nostraetmundi.com/es/obra/350

DOI