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Título

Santiago el Mayor procedente de la Cartuja de Miraflores (Burgos)

escultor

Siloé, Gil de (Burgos. Documentado entre 1480-1500)

Clasificación genérica
Escultura
Objeto
Escultura
Datación
1489-93
Siglo
Finales del s. XV
Contexto cultural / estilo
Gótico en España, Castilla
Dimensiones
45,9 x 17,4 x 12,5 cm
Materia
Alabastro
Técnica
Dorado, Tallado
Iconografía / Tema
Santiago
Procedencia
Cartuja de Miraflores (Burgos, España)
Emplazamiento actual
The Cloisters. The Metropolitan Museum of Art (Nueva York, Estados Unidos)
Número de inventario en colección actual
69.88
Historia del objeto

Esta pequeña escultura de alabastro formaba parte del monumento funerario de Juan II e Isabel de Portugal en la Cartuja de Miraflores (Burgos). La reina Isabel la Católica (1451-1504), hija y sucesora de Juan II de Trastámara (1405-1454) encargó la construcción del sepulcro en la cartuja, de la cual era fundador su progenitor, y donde éste había previsto su enterramiento, en el centro de la nave de la iglesia ante el altar mayor. En 1486 fueron aprobadas las trazas –momento en el cual aparece citado en la documentación Gil de Siloe–, y tres años después empezó a labrarse el alabastro. Fue realizado con material mandado llevar a Burgos desde Cogolludo y Torre de Beleña, en las cercanías de Sigüenza, cuya supervisión se encargó al condestable de Castilla, Pedro Fernández de Velasco. (Gómez Bárcena, 1988, Pereda, 2001).

El grupo funerario es uno de los conjuntos más sobresalientes de la escultura de fines del siglo XV en España. Si bien, ha sufrido a lo largo de su historia desafortunados episodios que lo fueron alterando y deteriorando. El primero de ellos tuvo lugar durante la ocupación francesa, pues según señala Arias Miranda, cuando las tropas francesas entraron en Burgos el 9 de agosto de 1808 y “saquearon al día siguiente el venerable monasterio de Miraflores, intacto desde su fundación. Entonces fue cuando llevaron a Francia los ricos cuadros que le adornaban y otras preciosidades” “no podemos menos de dolernos amargamente al ver en los dos sepulcros [el de los reyes y el del infante don Alonso] muchas estatuas mutiladas, despedazadas algunas labores y robadas otras, que son recuerdo triste del vandálico furor con que las tropas invasoras de Napoleón nos hicieron la guerra impía y desoladora, origen fecundo de tantos males” (Arias Miranda, 1843). Fue así como a principios del siglo XX algunas piezas del sepulcro habían desparecido y otras se hallaban mutiladas. No fue el caso de esta escultura de Santiago el Mayor, que permanecía junto a la cabeza de la soberana, tal y como ilustran diversas fotografías tomadas a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, como la que mostramos del Archivo Ruiz Vernacci (IPCE, Ministerio de Cultura. Gobierno de España). 

La desaparición de esta imagen de Santiago el Mayor de su emplazamiento original tuvo lugar en el contexto de las extrañas intervenciones realizadas en la Cartuja de Miraflores en 1915 por el conde de las Almenas, José María de Palacio y Abárzuza (1866-1940). Fue en el curso de tal “restauración” cuando algunas esculturas del conjunto sepulcral desaparecieron, otras cambiaron de lugar, algunas que se hallaban mutiladas les fueron reintegradas las partes perdidas, muchas fueron trasladadas a Madrid, donde se realizaron vaciados de las piezas. En definitiva, extraños movimientos que tuvieron lugar en el curso de la intervención encargada por el conde. Él era ingeniero de formación, y uno de los grandes coleccionistas madrileños de la época; parece que, en este caso fue el afán coleccionista el que movió principalmente sus acciones. Ya en aquel momento surgieron dudas por parte de algunos sectores de la sociedad burgalesa sobre la extraña gestión del patrimonio artístico del monasterio acometida por el coleccionista, lo cual suscitó una polémica que llevó a que la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos hubiera de informar sobre lo que estaba ocurriendo en la cartuja. No obstante, Palacio y Abárzuza afirmó que contaba para ello con una autorización verbal del arzobispo de Burgos, y la comunidad cartuja hubo de confiar en su buen hacer.  

Lo cierto es que la intervención, que él mismo tildó de generosa y altruista, se saldó, entre otras cosas, con la desaparición del sepulcro de algunas piezas que posteriormente aparecieron en su colección particular. Una parte considerable de esta colección Almenas fue subastada en Nueva York, en American Art Association, en 1927. Los estudiosos y marchantes Arthur Byne y Mildred Stapley byne habían tratado de vender previamente toda la colección Almenas a William Randolph Hearst, quien rehusó hacerse con tan nutrido lote de obras que finalmente Byne se encargó de exportar a fin de ser subastado en Nueva York. En aquella venta de 1927 –destacada por The New York Times el 2 de enero de 1927 como una de las grandes almonedas de arte español: “most important collection of Spanish art ever to arrive in this country”–, fue liquidada esta escultura: “estatua de alabastro del apóstol Santiago” (Spanish Art Collection of the conde de las Almenas, 1927, p. 214). En el mismo catálogo de venta también figuraba alguna otra pieza presumiblemente procedente del mismo monasterio. (Martínez Ruiz, 2006).

La comunidad cartuja no tuvo noticia de la venta de esta pieza en Nueva York hasta que el historiador del arte Harold E. Wethey visitó la cartuja en el verano de 1933 e informó al prior de Miraflores, P. Edmundo Gurdon, de la venta de dicha pieza. Según el investigador, la obra había sido adquirida por una señora de Nueva York que desconocía su origen. El contacto entre Wethey y la nueva propietaria, en principio parece que tuvo su fruto pues, según el expresado estudioso, parecía tener la intención de legar en su testamento la escultura a la cartuja, preservando su nombre hasta que dicha disposición testamentaria tuviera efecto. Si bien, lo cierto es que la obra no regresó a Burgos (García de Quevedo, 1934). En 1969 pasó a engrosar los fondos del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

Descripción

Excelente estado de conservación, de gran calidad técnica, elegancia y monumentalidad. Los detalles son tratados con exquisitez, lo cual ha llevado a pensar que sea obra del propio maestro Siloé y no de artesanos de su taller, pues sin duda es una de las mejores piezas del sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal de la Cartuja de Miraflores.  

* La localización relativa a marchantes, anticuarios, galerías de arte y coleccionistas, nos lleva al emplazamiento donde se hallaban radicados, o bien donde tuvieron una de sus principales sedes, esto no siempre indica que cada una de las obras que pasaron por sus manos estuviera concretamente en tal lugar, pues en el caso de anticuarios y marchantes su negocio extendía sus redes en diversos territorios; en ocasiones tan solo compraban en origen y remitían directamente la pieza a sus clientes. Por otro lado, algunos coleccionistas contaron con distintas residencias en las que albergaron su colección, a veces en distintos países; es difícil, en muchos casos, precisar dónde preservaron la obra mientras estuvo en sus manos, de ahí que se señale el emplazamiento principal del anticuario o del coleccionista. Circunstancias que han de ser tenidas en cuenta al interpretar el mapa. Véase en cada caso la historia del objeto.
Bibliografía
Responsable de la ficha
María José Martínez Ruiz
Cómo citar

María José Martínez Ruiz, "Santiago el Mayor procedente de la Cartuja de Miraflores (Burgos)" en Nostra et Mundi. Patrimonio Cultural de Castilla y León en el mundo, Fundación Castilla y León, 2025. https://inventario.nostraetmundi.com/es/obra/2